Cuando asumimos el reto, en el curso 2008/2009, de dar un nuevo giro a los contenidos de la Educación Secundaria de Personas Adultas (ESPA) al calor de la nueva ley de educación para adultos que la Junta de Extremadura había elaborado y, observando que el currículo no era el que habitualmente estábamos impartiendo, nos planteamos seriamente una renovación tanto en la estructura como en los contenidos, aprovechando esta oportunidad.
Para quien nos lea, es probable que no sepa qué es lo que tiene de especial impartir conocimientos y valores en un curso de estas características. En primer lugar, el alumnado. Tradicionalmente se trataba de alumnos con una cierta edad (se entendía que Adultos significaba precisamente eso), que por algún motivo no habían podido finalizar sus estudios y veían en estos cursos la oportunidad de reengancharse al mundo educativo para asumir una responsabilidad de adquirir más formación personal y profesional.
En la actualidad, los alumnos más característicos son aquellos que no han concluido la ESO y que, después de unos años en el mundo laboral, ven la necesidad de obtener un título fundamental y cada vez más demandado como es el Graduado en Educación Secundaria con una edad media que oscila entre los 18 y los 25 años. Una parte de ellos finaliza su experiencia educativa con la adquisición de este nivel, pero es cada vez más frecuente que aprovechen estos estudios como trampolín para cursar Ciclos Formativos de Grado Medio (conocidos popularmente como "Módulos") e incluso hay quien opta por seguir estudios de Bachillerato, después de un "subidón" de autoestima al haber conseguido sus objetivos en la ESPA. De hecho, parte de nuestros alumnos del nocturno en el Bachillerato son ex-alumnos de la ESPA que han dado ese salto, con mucho éxito en buena parte de los casos.
Cuando nos planteamos la organización del Nivel II, Módulo II, correspondiente al último curso de la ESPA, pensamos en las características del alumnado y en la necesidad de impartir unos conocimientos prácticos que les facilitasen las herramientas necesarias para caminar con cuidado en medio de este complicado mundo en que vivimos. La crisis económica puede explicar que este curso haya tenido un «boom» importante de alumnos, ya que hemos llegado a contabilizar 40 alumnos matriculados en este nivel cuando la media de otros años era de 15-18 alumnos. Está claro que no todos ellos acaban: hay quien sucumbe ante la primera dificultad, viéndolo todo «muy difícil» aunque tal vez este tipo de alumno debiera preguntarse si acaba todo lo que empieza o si ante las dificultades su recurso es huir, ya que este tipo de comportamientos muchas veces es indicativo de lo que uno es y hace en la vida. Y está claro que para conseguir nuestros objetivos, se necesita esfuerzo, trabajo diligente y nunca perder de vista por qué estamos donde estamos.
Desde el Ámbito Social nos planteamos orientar la asignatura hacia el mundo del trabajo y la empresa. Había dos partes bien diferenciadas: una parte teórica, en la que los alumnos obtenían unos conocimientos esenciales sobre estas cuestiones, y una parte práctica en la que, partiendo de esos conocimientos teóricos, tenían que elaborar un proyecto fin de curso: crear una empresa, siguiendo todos los pasos.
La labor del profesor fue muy simple: transmitir los conocimientos necesarios proporcionando la información que precisaban y orientándolos ante las dudas surgidas. Las clases, por tanto, no se limitaron a simples clases magistrales. Hubo un uso intensivo de las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación), aunque no siempre funcionaron como debieran (esta crítica va para quien corresponda), facilitándoles el acceso a la información a través de Internet y guiándolos en su búsqueda. Pero también hubo un exhaustivo trabajo de campo, en el que los alumnos, que nunca en su vida habían hecho nada parecido, tuvieron que desplazarse a la Agencia Tributaria, el Ayuntamiento, la Consejeria de Hacienda, inmobiliarias, etc., con el fin de obtener todos los formularios exigidos y la información precisa para saber cómo montar su propia empresa.
Los resultados fueron espectaculares. No todos los trabajos tuvieron la misma calidad, pero algunos destacaron por lo bien hechos que estuvieron, superando nuestras expectativas como docentes, que tuvimos que rendirnos a la evidencia: nuestros alumnos habían sido LOS MEJORES.
Esta entrada, más larga de lo que desearíamos, pretende ser un pequeño homenaje a ellos. Muchos, cuando entraron, tenían muy poca autoestima y no se valoraban a sí mismos. Porque muchos de ellos creían que «no valían» o que eran personas de pocos recursos intelectuales para conseguirlo. Estos proyectos fin de curso lo han desmentido: todos valemos «para algo»; en realidad somos cada uno de nosotros los que nos ponemos los límites y está en cada uno de nosotros decidir si esos límites serán grandes o pequeños. Por eso, sin abandonar una cierta postura realista de tener los pies en la tierra, está claro que cada uno puede llegar a todo aquello que se proponga.
No sabemos si nuestros alumnos sabrían hoy o no llevar una empresa, pero sabemos que sí saben crearla. Su creatividad nos llena de esperanza. Serán personas, serán ciudadanos un poco mejor formados, más seguros de sí mismos y, sobre todo, más conscientes de que pueden hacer aquello que quieran.
Solo nos queda desearles lo mejor en su nueva andadura, sea que se incorporen al mundo laboral, sea que decidan continuar su formación contribuyendo a elevar el nivel de formación de este país que tanto lo necesita, creando buenos profesionales en su campo. ¡Suerte en vuestros nuevos proyectos! Ha sido un gran placer haber contribuido con un pequeño granito de arena para ello.
Para quien nos lea, es probable que no sepa qué es lo que tiene de especial impartir conocimientos y valores en un curso de estas características. En primer lugar, el alumnado. Tradicionalmente se trataba de alumnos con una cierta edad (se entendía que Adultos significaba precisamente eso), que por algún motivo no habían podido finalizar sus estudios y veían en estos cursos la oportunidad de reengancharse al mundo educativo para asumir una responsabilidad de adquirir más formación personal y profesional.
En la actualidad, los alumnos más característicos son aquellos que no han concluido la ESO y que, después de unos años en el mundo laboral, ven la necesidad de obtener un título fundamental y cada vez más demandado como es el Graduado en Educación Secundaria con una edad media que oscila entre los 18 y los 25 años. Una parte de ellos finaliza su experiencia educativa con la adquisición de este nivel, pero es cada vez más frecuente que aprovechen estos estudios como trampolín para cursar Ciclos Formativos de Grado Medio (conocidos popularmente como "Módulos") e incluso hay quien opta por seguir estudios de Bachillerato, después de un "subidón" de autoestima al haber conseguido sus objetivos en la ESPA. De hecho, parte de nuestros alumnos del nocturno en el Bachillerato son ex-alumnos de la ESPA que han dado ese salto, con mucho éxito en buena parte de los casos.
Cuando nos planteamos la organización del Nivel II, Módulo II, correspondiente al último curso de la ESPA, pensamos en las características del alumnado y en la necesidad de impartir unos conocimientos prácticos que les facilitasen las herramientas necesarias para caminar con cuidado en medio de este complicado mundo en que vivimos. La crisis económica puede explicar que este curso haya tenido un «boom» importante de alumnos, ya que hemos llegado a contabilizar 40 alumnos matriculados en este nivel cuando la media de otros años era de 15-18 alumnos. Está claro que no todos ellos acaban: hay quien sucumbe ante la primera dificultad, viéndolo todo «muy difícil» aunque tal vez este tipo de alumno debiera preguntarse si acaba todo lo que empieza o si ante las dificultades su recurso es huir, ya que este tipo de comportamientos muchas veces es indicativo de lo que uno es y hace en la vida. Y está claro que para conseguir nuestros objetivos, se necesita esfuerzo, trabajo diligente y nunca perder de vista por qué estamos donde estamos.
Desde el Ámbito Social nos planteamos orientar la asignatura hacia el mundo del trabajo y la empresa. Había dos partes bien diferenciadas: una parte teórica, en la que los alumnos obtenían unos conocimientos esenciales sobre estas cuestiones, y una parte práctica en la que, partiendo de esos conocimientos teóricos, tenían que elaborar un proyecto fin de curso: crear una empresa, siguiendo todos los pasos.
La labor del profesor fue muy simple: transmitir los conocimientos necesarios proporcionando la información que precisaban y orientándolos ante las dudas surgidas. Las clases, por tanto, no se limitaron a simples clases magistrales. Hubo un uso intensivo de las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación), aunque no siempre funcionaron como debieran (esta crítica va para quien corresponda), facilitándoles el acceso a la información a través de Internet y guiándolos en su búsqueda. Pero también hubo un exhaustivo trabajo de campo, en el que los alumnos, que nunca en su vida habían hecho nada parecido, tuvieron que desplazarse a la Agencia Tributaria, el Ayuntamiento, la Consejeria de Hacienda, inmobiliarias, etc., con el fin de obtener todos los formularios exigidos y la información precisa para saber cómo montar su propia empresa.
Los resultados fueron espectaculares. No todos los trabajos tuvieron la misma calidad, pero algunos destacaron por lo bien hechos que estuvieron, superando nuestras expectativas como docentes, que tuvimos que rendirnos a la evidencia: nuestros alumnos habían sido LOS MEJORES.
Esta entrada, más larga de lo que desearíamos, pretende ser un pequeño homenaje a ellos. Muchos, cuando entraron, tenían muy poca autoestima y no se valoraban a sí mismos. Porque muchos de ellos creían que «no valían» o que eran personas de pocos recursos intelectuales para conseguirlo. Estos proyectos fin de curso lo han desmentido: todos valemos «para algo»; en realidad somos cada uno de nosotros los que nos ponemos los límites y está en cada uno de nosotros decidir si esos límites serán grandes o pequeños. Por eso, sin abandonar una cierta postura realista de tener los pies en la tierra, está claro que cada uno puede llegar a todo aquello que se proponga.
No sabemos si nuestros alumnos sabrían hoy o no llevar una empresa, pero sabemos que sí saben crearla. Su creatividad nos llena de esperanza. Serán personas, serán ciudadanos un poco mejor formados, más seguros de sí mismos y, sobre todo, más conscientes de que pueden hacer aquello que quieran.
Solo nos queda desearles lo mejor en su nueva andadura, sea que se incorporen al mundo laboral, sea que decidan continuar su formación contribuyendo a elevar el nivel de formación de este país que tanto lo necesita, creando buenos profesionales en su campo. ¡Suerte en vuestros nuevos proyectos! Ha sido un gran placer haber contribuido con un pequeño granito de arena para ello.
Y nada mejor que terminar esta entrada con unas fotos de algunos de los alumnos que hicieron posible esto y que representan los mejores proyectos fin de curso realizados.
Foto 1. Sandra Blanco, una de las alumnas participantes en el proyecto fin de curso con una discoteca como eje fundamental para desarrollar el proyecto empresarial.
Foto 2. Patricia Sánchez y su proyecto de floristería y vivero «Flor de Lis».Foto 3. Sara Isabel Fernández, también participante del proyecto de empresa «Flor de Lis»