Día 4. 6:45 de la mañana. Suena el despertador. Hoy tenemos por delante un duro día de circuito. Desayunamos y nos dirigimos al autocar que nos llevará a recorrer el Peloponeso. Tenemos una guía griega que habla español, lo cual facilita mucho las cosas puesto que da información esencial en los lugares visitados, además de numerosos apuntes culturales de la Grecia clásica y la actual.
Salimos de Atenas en dirección a Corinto y pasamos por lugares tan evocadores para los especialistas en Historia Antigua de Grecia y expertos en Filología Clásica como Eleusis (hoy Elefsína) y Mégara. Además, podemos disfrutar de bellas vistas sobre la isla de Salamina. En Corinto nos detenemos a ver el canal del mismo nombre, que sobrecoge por su espectacularidad. Aprovechamos para tomar un café, aunque aquello parecía un gran centro comercial lleno de cafés y quioscos y con mucha gente (¡Cómo será en agosto!).
Una vez satisfechas nuestras necesidades, emprendemos ruta hacia Epidauro (hoy Arhéa Epídavros) atravesando pintorescos lugares de la costa de la Argólida (Argolída) antes de llegar al lugar. El teatro sobrecoge por su magnificencia y su acústica, aunque tenemos la mala suerte de estar "arropados" por sucesivas hordas de grupos de estudiantes con sus profesores de todas las edades y en número que tendía casi al infinito.
De ahí nos dirigimos a Nauplia (Náfplio) ciudad antigua que fue la primera capital griega tras la declaración de la independencia contra el imperio turco otomano hasta su traslado definitivo a Atenas en 1834. De camino a Micenas pudimos contemplar las murallas ciclópeas de Tirinto hasta que llegamos a este lugar que destaca por su belleza entre las montañas y las llanuras sobre las que se asientan Nauplia y la vecina ciudad de Argos. Si Epidauro ya había sido malo por la afluencia, Micenas será aún peor. La visita a la Tumba (táfos) de Agamenón va a implicar amplias dosis de paciencia. Afortunadamente, como estábamos cerca del cierre (cierre de invierno a las 15 horas), aprovechamos para disfrutar los últimos momentos en paz y silencio y poder ver la Puerta de los Leones en condiciones, así como el palacio real, el mégaro y más tumbas, todas ellas entre el siglo XVII y el siglo XIII a.C.
Por fin pudimos almorzar después de este intenso programa de visitas. Como nos temíamos, nos llevaron a un restaurante ya acordado por la organización, aunque no comimos del todo mal, si bien a algunos las raciones se nos antojaron un tanto escasas. Satisfechas nuestras necesidades alimenticias, nos dirigimos hacia Olimpia atravesando la región de Arcadia, donde muchos de nuestros alumnos entraron en una especie de Arcadia Feliz al dejarse llevar en los brazos de Morfeo. Tras pasar Trípoli, llegamos a Megalópoli donde realizamos una parada técnica en un bar de mala muerte también "recomendado" por la agencia organizadora. De allí nos dirigimos a Mesenia, alcanzando ya la costa jónica que bordeamos hasta llegar a Olimpia.
Una sorpresa nos aguardaba: nuestro hotel iba a ser el mejor de la zona: 4 estrellas, habitación con todo lujo de detalles, incluyendo sofá y terraza, además de piscina exterior. La cena, que ya venía incluida en nuestro viaje fue rica y variada y en un entorno muy agradable.
En fin, mañana seguiremos comentando cosas imbuidos ya de un espíritu "olímpico".
Salimos de Atenas en dirección a Corinto y pasamos por lugares tan evocadores para los especialistas en Historia Antigua de Grecia y expertos en Filología Clásica como Eleusis (hoy Elefsína) y Mégara. Además, podemos disfrutar de bellas vistas sobre la isla de Salamina. En Corinto nos detenemos a ver el canal del mismo nombre, que sobrecoge por su espectacularidad. Aprovechamos para tomar un café, aunque aquello parecía un gran centro comercial lleno de cafés y quioscos y con mucha gente (¡Cómo será en agosto!).
Una vez satisfechas nuestras necesidades, emprendemos ruta hacia Epidauro (hoy Arhéa Epídavros) atravesando pintorescos lugares de la costa de la Argólida (Argolída) antes de llegar al lugar. El teatro sobrecoge por su magnificencia y su acústica, aunque tenemos la mala suerte de estar "arropados" por sucesivas hordas de grupos de estudiantes con sus profesores de todas las edades y en número que tendía casi al infinito.
De ahí nos dirigimos a Nauplia (Náfplio) ciudad antigua que fue la primera capital griega tras la declaración de la independencia contra el imperio turco otomano hasta su traslado definitivo a Atenas en 1834. De camino a Micenas pudimos contemplar las murallas ciclópeas de Tirinto hasta que llegamos a este lugar que destaca por su belleza entre las montañas y las llanuras sobre las que se asientan Nauplia y la vecina ciudad de Argos. Si Epidauro ya había sido malo por la afluencia, Micenas será aún peor. La visita a la Tumba (táfos) de Agamenón va a implicar amplias dosis de paciencia. Afortunadamente, como estábamos cerca del cierre (cierre de invierno a las 15 horas), aprovechamos para disfrutar los últimos momentos en paz y silencio y poder ver la Puerta de los Leones en condiciones, así como el palacio real, el mégaro y más tumbas, todas ellas entre el siglo XVII y el siglo XIII a.C.
Por fin pudimos almorzar después de este intenso programa de visitas. Como nos temíamos, nos llevaron a un restaurante ya acordado por la organización, aunque no comimos del todo mal, si bien a algunos las raciones se nos antojaron un tanto escasas. Satisfechas nuestras necesidades alimenticias, nos dirigimos hacia Olimpia atravesando la región de Arcadia, donde muchos de nuestros alumnos entraron en una especie de Arcadia Feliz al dejarse llevar en los brazos de Morfeo. Tras pasar Trípoli, llegamos a Megalópoli donde realizamos una parada técnica en un bar de mala muerte también "recomendado" por la agencia organizadora. De allí nos dirigimos a Mesenia, alcanzando ya la costa jónica que bordeamos hasta llegar a Olimpia.
Una sorpresa nos aguardaba: nuestro hotel iba a ser el mejor de la zona: 4 estrellas, habitación con todo lujo de detalles, incluyendo sofá y terraza, además de piscina exterior. La cena, que ya venía incluida en nuestro viaje fue rica y variada y en un entorno muy agradable.
En fin, mañana seguiremos comentando cosas imbuidos ya de un espíritu "olímpico".
Foto 1. Isla de Salamina vista desde el continente.
Foto 2. En el autocar.
Foto 4. Teatro de Epidauro.
Foto 5. Foto de grupo en el teatro de Epidauro.
Foto 6. Vista general de Nauplia.
Foto 7. Acrópolis de Micenas.
Foto 8. En la Puerta de los Leones de Micenas.
Foto 9. Almorzando.
Foto 10. Habitaciones del Hotel Europa en Olimpia.
4 comentarios:
(Javier:) La envidia va en aumento, conforme envías esas detalladas crónicas. Sobre todo porque se os ve con un aspecto muy saludable. Eso que os estáis metiendo una verdadera maratón, valga el contexto. Trabajo digno de Hércules.
Saludos y a seguir haciéndoos sabios, que de esa manera da gusto.
Ayer no pude haceros ningún comentario, pero me pido el vídeo de Ana María, Javier y el resto de la tropa cantando la Macarena en Omonia; pobres indios americanos, no tuvieron suficiente con el exterminio para que ahora les torturen de esa manera. Lo de los chotos sueltos, ya me lo veía,sobre todo si hay bellas griegas por medio. Y, sobre todo, dejar al profesor colgado y solo en un vagón de metro no se hace, concho; desde luego, estos muchachos se están espabilando demasiado.
Supongo que el viaje está cundiendo bien, se nota alguna cara de cansancio en algunas fotos, lo cual es una estupenda señal; para dormir ya estará la Semana santa.
Aprovechaos y si pasáis por Delfos, preguntad al oráculo por el examen final de Lengua castellana; seguro que os dará una respuesta tan ambigua y esclarecedora como las mías.
Seguid disfrutando y que lleguéis con ojeras hasta las rodillas...
¡Qué le habéis hecho a los leones de Micenas! Parece que tienen menos pelo... dejar de coger piedras como souvenir... Natán, dale a estos chavales más descanso que te los vas a cargar... Que no son espartanos...
Un abrazo y a reponer fuerzas.
Gracias por los comentarios de nuestros fans. No os preocupéis porque de lo que se trata es de aplicar la «solución final». Ja. Ja. Ja.
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