viernes, 30 de junio de 2017

Tres orlas y un adiós

Ya llevaba este blog abandonado durante bastante tiempo y es hora de ponerlo al día por lo menos en el asunto de las orlas.

La orla pop-art de 2014 causó estragos y dejó el asunto de las orlas "raritas" del nocturno bastante tocado. Nadie quería correr el riesgo de aparecer en un recordatorio para toda la vida con una foto espectral como las que salen en el programa de Íker Jiménez. Así pues, en la sesión fotográfica para la orla de 2015 sólo se presentaron cinco o seis alumnos; el resto rehusó amablemente la invitación , lo cual fue un golpe mortal para el proyecto de ese año. Una orla con más profesores que alumnos no resulta bonita y el ego del "artista" no quiso ni pudo admitirlo. En consecuencia, después de bastantes años, en 2015 el nocturno se volvió a quedar sin orla.

Los ecos de la orla de 2014 se sintieron también en 2016, aunque en este caso los alumnos aceptaron aparecer en la orla con una condición innegociable: ellos aparecerían en las fotos con su belleza natural, sin añadidos ni retoques; los profesores podían aparecer con el disfraz que nos diera la gana. Aun así, los recelos persistían y sólo once alumnos desearon formar parte de ella.

La orla de 2016 recupera el aire gótico de las antiguas orlas del nocturno. Los profesores somos ángeles, pero ángeles oscuros en esa dualidad de bien y mal, amor y odio con la que buena parte de los alumnos nos ven y nos valoran. Colores crepusculares, vestidos y ropas en las que predomina el negro y posees que combinan lo etéreo y el macarreo son la nota de esta orla que gustó bastante más que la anterior.



Para este curso 2016-2017 tenía la orla pensada con bastante antelación. Trataría de un tema monacal, no sólo como homenaje a El nombre de la rosa de Umberto Eco, sino también por otra razón que no desvelaré aquí y que pueden imaginar los que conocen mi dirección de correo electrónico personal. Es una orla especial, ya que es la última que haré en el IES Vegas Bajas (aunque mis compañeros amenazan con encargarme las futuras a distancia); a donde voy no creo que se atrevan a ponerlas en mis manos. Después de varias vueltas a la idea, quería una orla que luciera llamativa y alegre como un espectáculo de fuegos artificiales. Bueno, a veces la realidad y la técnica te ponen en tu sitio y no te dejan cumplir tus deseos. La orla original para el 2017 era una explosión de colores con los alumnos bien guapos y sin retoques en el centro y con los profesores y nuestro imprescindible conserje Alonso enmarcando el cuadro. Lástima que semejante borrachera cromática saturara las posibilidades de nuestra fotocopiadora a color, manchara sus rodillos internos y dejara un resultado final en papel de todo impresentable. Ésta era la orla que me gustaría haber entregado a los alumnos.



No pudo ser y tuve que improvisar un plan alternativo en el poco tiempo que disponía para rehacer la orla e imprimirla. Se cambió el magnífico fondo de las vidrieras de la catedral de León por un modesto claustro a contraluz bien aclarado y tonalizado a verde limón en sus siluetas. El resultado no es tan bonito, no me deja satisfecho, pero era imprimible con los medios de los que disponíamos. A los alumnos a los que he pedido su sincera opinión les ha gustado y eso es lo que realmente importa.



Para acabar, perdonadme que hable un poco de mí mismo. Tras un montón de años irrepetibles, me voy de Vegas Bajas con mucha pena. Dos horas diarias de viaje en solitario empiezan a ser demasiado para un viejo y enfermo cuerpo como el mío. Despedirse de un lugar donde uno ha pasado tanto tiempo y, a pesar de los pesares, ha llegado a sentirse tan a gusto cuesta y duele, sobre todo por dejar allí a tan buenos amigos. Me voy a otro convento. Espero que el destino me reserve algo igual de bueno.







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