miércoles, 13 de mayo de 2009

L/Os refugiados de Barrancos

Recientemente se proyectó en nuestro centro un magnífico documental intitulado "L/Os refugiados de Barrancos", que versa sobre un episodio poco conocido sobre nuestra Guerra Civil.

Tras el golpe de estado del 18 de julio de 1936, España quedó dividida en dos zonas, la republicana y la que estaba controlado por los golpistas. El golpe fue un éxito a medias, ya que grandes zonas del país (las más desarrolladas), quedaban todavía en manos del gobierno legal y legítimo de la época. Cuando Franco y demás generales decidieron optar por la vía militar, Extremadura se encontraba en una situación particular. La mayor parte de la provincia de Cáceres, incluyendo la capital, estaban en manos de los llamados "nacionales", mientras que el sur de esta provincia y la de Badajoz, estaban en manos de los republicanos.

Los golpistas también controlaban Cádiz y Sevilla y decidieron unir los dos territorios que controlaban a través de la conquista de Extremadura con la intención de marchar sobre Madrid. Por esa razón, la Vía de la Plata fue utilizada como vía de penetración, conquistándose durante la primera quincena de agosto de 1936 Zafra, Almendralejo y Mérida. Ello hizo que la parte occidental de la provincia de Badajoz y algunos municipios del noroeste de Huelva, aún en manos republicanas, quedasen aislados del resto del territorio. Portugal tampoco era una solución. No hay que olvidar que desde 1926 estaba gobernada por António de Oliveira Salazar, que instauró el llamado Estado Novo y que, desde el principio, se alió con Franco, permitiendo sobrevolar su espacio aéreo y deportando a los refugiados que, huyendo hacia Portugal en busca de la libertad y escapando de la represión, pretendían encontrar asilo.

El 14 de agosto de 1936 se produce la batalla de Badajoz, con la toma de esta ciudad por el general Yagüe y las subsiguientes matanzas. Ante esta situación, el cerco se estrechó aún más sobre esta zona aún controlada por los republicanos, por lo que su toma definitiva era cuestión de días. Por esa razón y ante la dura represión ejercida, algunos habitantes de aldeas como Oliva de la Frontera o Valencia del Mombuey y otras localidades vecinas decidieron huir a través de las montañas (¡Preciosas montañas!) de dehesa al sur de Oliva y esconderse allí.

La frontera estaba cerca. Portugal estaba a un paso. Solo había que atravesar el río Ardila, que, aunque nace en nuestra comunidad, se convierte en un río fronterizo y desemboca en el Guadiana en el Grande Lago, en las proximidades de la presa de Alqueva. Es por eso que muchos cruzan la frontera entre agosto y octubre de 1936, formándose dos campos de refugiados: el Campo da Coitadinha y el Campo das Russianas. Entre los dos totalizaron 1.026 refugiados.

Estos refugiados, entre los que se encontraban también mujeres y niños, pudieron salvar la vida gracias a la buena acción del Tenente Seixas, que estaba destacado en el Posto Fiscal de la vecina aldea de Safara, y del pueblo de Barrancos. Para quien no conoce esta zona, hay que decir que Barrancos tiene una historia muy particular, pues aunque pertenece a Portugal, ha sido tradicionalmente poblada por habitantes de las localidades españolas vecinas. De esta forma, en Barrancos existe hoy un trilingüismo fáctico. Sus habitantes hablan con fluidez portugués, español y, sobre todo, su habla local, declarada Bien de Interés Cultural, el barranquenho, un habla de base portuguesa con elementos extremeños y andaluces e incluso astur-leoneses. Existe una información más completa aquí.

Este gesto humanitario del Tenente Seixas supuso un conflicto para el gobierno portugués, ya que tenía dentro de su territorio un grupo de refugiados republicanos cuando su postura oficial fue la de apoyar abiertamente al bando golpista. Sin embargo, una vez consumados los hechos, era obvio que no podía devolverlos, sin más.

Esta situación era aún más grave si tenemos en cuenta que existían dos campos de refugiados. El campo de refugiados da Coitadinha estaba legalmente reconocido por el gobierno portugués, y totalizaba algo más de 750 personas. Estaba situado en las orillas del río Ardila, en las cercanías del castillo de Noudar, precioso ejemplo de arquitectura militar con un paisaje envolvente absolutamente espectacular, y cercano a un cortijo de una familia de terratenientes de la zona, la familia Fialho, conocido como Herdade da Coitadinha. Pero el problema añadido estaba en el campo de refugiados das Russianas, que el Tenente Seixas permitió pero que no constaba legalmente para el gobierno portugués.

Cuando en octubre de 1936 se decidió repatriarlos al puerto de Tarragona en el buque Nyassa, después de arduas negociaciones con el gobierno republicano, el Tenente Seixas, consciente de la ilegalidad de los refugiados del campo das Russianas, decidió él mismo ocuparse del asunto, mezclando todos los refugiados que iban a ser trasladados en camiones hasta la localidad de Moura, una de las localidades destacadas del Baixo Alentejo, desde donde partirían en tren hasta Lisboa. Resultaba evidente que los camiones no iban a ser suficientes al añadirse de repente algo más de 250 personas, por lo que el propio Tenente Seixas alquiló más camiones e incluso condujo él mismo uno de ellos en parte del camino.

Los refugiados durmieron en su mayor parte en la plaza de toros de Moura y, al día siguiente, partieron para Lisboa, donde se les unieron unos 400 militares republicanos que habían pedido auxilio en virtud de lo dispuesto en la Convención de Ginebra. Finalmente, tras una travesía de tres días en el Nyassa, llegaron sanos y salvos a Tarragona, aún en manos republicanas. Las acusaciones de Salazar sobre un presunto amotinamiento en el barco en el sentido de que los "comunistas" habían querido hacerse con el control del mismo, sirvieron de pretexto para el gobierno portugués para romper relaciones con la República. Pero los refugiados ya estaban a salvo...

Y así es como finaliza una historia, desconocida por muchos, olvidada por algunos, y muy viva aún entre quienes fueron los protagonistas de la misma y que, gracias a ella, pudieron salvar sus vidas, más allá de ideologías y disputas estériles que no llevan a ninguna parte.



Foto 1. Meandro del río Ardila en el entorno del castillo de Noudar. La parte española se corresponde con la parte interior del meandro y la portuguesa con la exterior. La zona de Coitadinha se sitúa en la parte derecha del meandro en la zona llana que se ve al lado del río.

Foto 2. Vista de Barrancos desde el castillo de Noudar.

Foto 3. Torre del homenaje (Torre de Menagem) del castillo de Noudar.

Foto 4. Interior del recinto del castillo de Noudar.

Foto 5. Paisaje de montado alentejano (dehesa) del concelho de Barrancos en las cercanías del castillo de Noudar.

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